domingo, 28 de marzo de 2010

El espíritu de Alfonsín reflota las ilusiones de un radicalismo fuerte



Laura Capriata
LA NACION

¿Cómo fue que la UCR pasó de ser tierra arrasada tras la debacle de 2001, al partido opositor con más chances de vencer al peronismo en 2011? Varios radicales creen que ese milagro tiene nombre y apellido: Raúl Alfonsín, que un poco mientras estaba vivo, y otro poco después de su muerte, influyó para torcer el camino de fracasos del que no podía salir.

No importa si la explicación es sobrenatural o terrenal, un año después de la muerte del ex presidente sus presagios, mandatos y anhelos parecen ir conduciendo al radicalismo (algo a los tumbos, eso sí) al lugar que él quería.

Unificación interna, renacer partidario, regreso de casi todos los radicales K y una candidatura presidencial propia y fuerte para 2011 eran los ejes por los que Alfonsín clamó a los cuatro vientos en sus últimos años de vida. De algún modo, a partir de su muerte, la UCR pareció encaminarse en esas cuestiones.

El primer empujón, hay que decirlo, llegó con la propia muerte de Alfonsín. El fervor popular, los multitudinarios funerales y la revalorización de sus ideas democráticas y republicanas (agigantadas en una coyuntura de desencanto generalizado) pusieron a la UCR otra vez en el centro de la escena pública.

"Antes de la muerte de Alfonsín, en los comités había un 20% de la gente que hay ahora", contó a LA NACION Ernesto Sanz, presidente de la UCR.

En 2008, el enfrentamiento oficial con el campo había dejado un terreno fértil. De sintonía histórica con los agroganaderos, la UCR había vuelto a los medios por su defensa del campo en el Congreso, y el voto "no positivo" de Julio Cobos catapultó su visibilidad hasta las nubes.

Fue durante los funerales de Alfonsín que Cobos volvió a aparecer junto a la cúpula radical y, ahí mismo, se acordó que su gente participaría en la convención de la UCR que se celebraría unos días después.

Allí el partido aprobó el regreso a la UCR de los gobernadores, intendentes y miles de dirigentes que en 2007 se habían aliado al kirchnerismo, con el vicepresidente a la cabeza.

La reunificación había sido el pedido más insistente de Alfonsín. El otro había sido una alianza con los socialistas para las elecciones legislativas de 2009, y ese deseo se concretó poco después.

Así nació el Acuerdo Cívico y Social (ACyS), que unió a la UCR, el socialismo y la Coalición Cívica de Elisa Carrió en las últimas elecciones. La sociedad no pudo haber salido mejor. Con el torbellino de Carrió, que recorrió el país en campaña, el aparato radical volvió a la vida, y la UCR duplicó las bancas que tenía en el Congreso de la Nación.

El ACyS sacó el 30,7%de los votos (prácticamente lo mismo que el kirchnerismo) y eso le sirvió a la UCR para convertirse en la primera fuerza opositora parlamentaria, con un bloque de 42 diputados y 17 senadores, cobistas incluidos.

La unidad partidaria, impensable dos años antes, terminó de sellarse en diciembre, con una conducción compartida entre radicales y cobistas. Después de una madrugada de pelear por los cargos de la recotizada UCR, se alcanzó la paz y Sanz, el candidato de consenso, se hizo cargo del comité nacional. "El partido quedó muy fortalecido por la reunificación", analizó Leopoldo Moreau, el hombre eterno de Alfonsín que se alineó con Cobos.

El otro eje de la recuperación radical fue su proyección para 2011. Después de meses de recostarse confiados en la buena imagen de Cobos, la UCR se animó a instalar otros candidatos, que podrían competir con él en una interna partidaria.

"Estamos en condiciones de llegar al Gobierno y hay, por lo menos, tres candidatos. Esto en 2007 no pasaba", recordó el jefe de la bancada del Senado, Gerardo Morales, que ese año había tenido que golpear la puerta del peronista Roberto Lavagna para ofrecerle la candidatura presidencial.

Las tres candidaturas que mencionó Morales son las de Cobos, Sanz y Ricardo Alfonsín, el hijo del ex presidente. "Creo que hoy una forma de colaborar con el partido es desde mi apellido", dijo, nostálgico, a LA NACION Ricardo Alfonsín, que desde hace un año no para de inaugurar por todo el país plazoletas, estatuas, calles y bibliotecas con el mismo nombre: Raúl Alfonsín.

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