jueves, 4 de febrero de 2010

Julio Cobos optó por un mal menor para evitar un mal mayor



El vicepresidente explicó a los suyos que optó por un mal menor para evitar un mal mayor y aconsejó la destitución del economista aún consciente de la trampa que le tendía Elisa Carrió, quien moldeó el pronunciamiento de Alfonso Prat Gay a favor de su antecesor en la presidencia del Banco Central.

Por Ezequiel Rudman


Julio Cobos justificó su voto a favor de la remoción de Martín Redrado con lo que en la teoría del delito se conoce como estado de necesidad. El vicepresidente explicó a los suyos que optó por un mal menor para evitar un mal mayor y aconsejó la destitución del economista aún consciente de la trampa que le tendía Elisa Carrió, quien moldeó el pronunciamiento de Alfonso Prat Gay a favor de su antecesor en la presidencia del Banco Central.

«La peor de las opciones es la que recomendaba la UCR, la abstención, no opinar nada, eso dejaba margen para que me convirtieran en un nuevo De la Rúa», confesó el jefe del Senado ante sus íntimos para explicar el sentido de su voto. El mendocino tomó distancia de su partido a pesar de que el titular de la bancada de senadores radicales, Gerardo Morales, y el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Ricardo Alfonsín, presionaron al mendocino para que declarara abstracta la polémica tras la renuncia indeclinable de Redrado. Se diferenció así de Prat Gay, quien no resistió el abrazo de oso de Carrió y pese a haber sido la musa inspiradora de Cobos para inclinarse por la remoción del golden boy, terminó apoyando su continuidad, más allá de la renuncia y del decreto de remoción del Poder Ejecutivo.

El ingeniero Cobos saltó así al derecho penal y apeló a una de las causales de justificación de la antijuridicidad de los actos típicos. Optó por someterse a las acusaciones de Carrió sobre un supuesto pacto secreto con la Casa Rosada y arriesgó el capital político acumulado tras su voto no positivo contra las retenciones móviles, pese a las advertencias de colaboradores íntimos de la bancada cobista de la Cámara de Diputados.

La posibilidad de abstenerse a la hora de emitir el dictamen no vinculante de la Comisión Bicameral ad hoc nunca estuvo en los cálculos de Cobos. No sólo por estrategia política sino porque además esa opción no estaba contemplada en el reglamento de la Comisión. Tanto que el diputado kirchnerista Gustavo Marconato le ofreció en la noche del martes pasado al vicepresidente modificar el reglamento para que pudiera desligarse de cualquier responsabilidad y no emitiera opinión. Lo que el legislador oficialista presentaba a Cobos como un puente de oro era en realidad una emboscada para sumir al compañero de fórmula de Cristina de Kirchner en el peor de los escenarios, el silencio.

Cobos buscó así, dice, tutelar un bien jurídico mayor, la estabilidad económica y el equilibrio institucional, dañando incluso un bien jurídico representado por su perfil de dirigente opositor con proyección presidencial en 2011. El cobismo terminó la jornada exhausto y sin poder medir el acierto de la decisión de su jefe.

Tras descartar la abstención sugerida por la UCR, Cobos también desechó apoyar la continuidad de Redrado. Acertó entonces la Casa Rosada, que con su coro de ángeles reclamando durante una semana seguida la renuncia del mendocino por «conspirar» contra el Gobierno logró condicionar la voluntad del titular del Senado. En los cálculos de Cobos hubiese sido mayor el desgaste al que lo sometería el kirchnerismo -con amenazas de juicio político incluidas- en caso de respaldar a Redrado, que votar en la Bicameral junto al oficialismo.

El vice logró al menos su objetivo de mínima. Ayer, Aníbal Fernández se dedicó a fustigar a Carrió por haber influido en el voto no positivo de Prat Gay y Cristina de Kirchner prefirió hoy no explayarse sobre el voto de Cobos a favor de la remoción de Redrado.

Ambito Financiero

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