Julio César Cleto Cobos no apura su campaña. Recorre, mira y habla recitando el manual de las buenas costumbres. Mal no le va, pero ahora está lejos de aquellas cifras que lo llevaron a la cima de la consideración popular cuando votó en contra de las retenciones móviles. Cree que es normal la levantada del gobierno y lo atribuye a la “volatilidad” que hoy tiene la política. Estima también que esa merma en su popularidad se debe, fundamentalmente, a que está limitado por su función institucional de ser vicepresidente. Aun así no piensa dejar el cargo. “No es conveniente para el partido. ¡Otro radical renunciando!”, dice, levantando por única vez el tono de voz en la extensa entrevista que le concedió a La Capital en un hotel céntrico de Rosario, rodeado de dirigentes radicales, entre ellos Mario Barletta y Jorge Boasso, a quienes ponderó especialmente.
—¿En qué estado se encuentra hoy su proyecto presidencial ?
—Hemos quedado, dentro del radicalismo, que a fin de año debe quedar aprobado por la convención radical la plataforma. Nosotros estamos acercando propuestas para un plan de gobierno. Cada sector aportará lo suyo para arribar a una propuesta definitiva que habrá que compatibilizarla con los otros partidos.
—¿Qué otras fuerzas, además de la UCR y el socialismo, deben integrar ese acuerdo?
—Margarita Stolbizer tiene que estar, tiene buena gente, equipos. Y si el socialismo logra incluir a Pino Solanas, me parece que lo potenciaría en el equilibrio de fuerzas. El PS y Proyecto Sur tienen coincidencias.
—¿Y entre Proyecto Sur y la UCR?
—Bueno, habrá que ver qué porcentaje de esas coincidencias hay...
—Sanz dijo que son incompatibles esos proyectos.
—Lo que veo es que el socialismo va a tender un puente. No hay que condicionar a los otros partidos. Hay que permitirle al socialismo que busque la posibilidad de algún acuerdo, que a lo mejor puede ser limitado para algún distrito.
—¿La disputa que tiene con Alfonsín se define por consenso o con internas?
—Estamos abierto a todo. Pero no hay que mostrar apresuramiento de ningún tipo. Esto es muy dinámico. Uno irá viendo cómo evoluciona cada uno de los espacios políticos. Pero para cumplir con la ley (de internas abiertas) hay que pasar por el 14 de agosto.
—Sanz cree que deben hacer una interna en marzo porque después no hay tiempo para hacer una campaña.
—Mire, los nombres que se mencionan en el radicalismo, son figuras conocidas. El mayor esfuerzo que hay que hacer ahora es la construcción de un plan de gobierno, que sea creíble para la sociedad. Respeto la opinión de Sanz, pero no hay que apresurase. Nadie le pide a un entrenador que adelante el equipo cuando el partido se juega dentro de meses.
—¿Por qué en Argentina, a diferencia de Brasil o Chile, es un problema conocer el nombre de los candidatos con bastante anticipación?
—No sé, será porque así somos argentinos. Uno no encuentra el por qué de ese diagnostico.
—¿Sanz rompió el equilibrio en el partido cuando fue al acto de Alfonsín en Córdoba?
—En principio hubo un compromiso de no mezclar las cosas. Pero yo lo entiendo a Sanz, porque él viene formando parte de ese espacio. Pero bueno, nosotros esperamos que se muestre con la ecuanimidad que él mismo dijo que se iba a manejar.
—¿A qué atribuye la baja en las encuestas?
—Es normal. Uno está limitado en sus funciones. Todo lo que uno quisiera mostrar y demostrar se ve limitado para hacerlo. A lo mejor estoy en esta etapa así y después, si el día de mañana uno decide tomar otra decisión, a lo mejor se puede recuperar...
—¿No sería entonces conveniente renunciar al cargo de vicepresidente para tener más tiempo para hacer campaña?
—No le conviene al partido. ¡Otro radical renunciando! Mi compromiso primero es con este cargo (la Vicepresidencia). Voy a ser muy cuidadoso de la decisión, porque sé que no le hace bien a las instituciones, no le hace bien al radicalismo, no le hace bien a nadie. La gente quiere que siga siendo vicepresidente de la Nación.
—¿Cómo analiza la levantada de la imagen del gobierno?
—Todo es muy dinámico y volátil hoy en día. La gente está muy atenta, siguiendo de cerca. El otro día me preguntaron qué posibilidades tenía de ganar el kirchnerismo y yo dije un 50 por ciento, porque depende mucho de ellos y de lo que hagan las fuerzas alternativas. Hay que encontrar un camino de calma, tranquilidad. No entiendo por qué no se dio quórum en Diputados en un tema que es el número uno de las preocupaciones que tiene la ciudadanía, que es la seguridad. Esas cosas la sociedad las ve, las percibe y no les gusta. Esperemos que recuperemos la armonía todos los sectores políticos.
—Binner dijo que tenía más empatía con Alfonsín que con usted. ¿Qué le contesta?
—A Binner lo respeto mucho. Es un hombre de bien, un hombre preparado. Sé que acá en Santa Fe ha encarado buenas gestiones en salud, educación, cosa que yo comparto. Lógicamente puede tener más simpatía con Alfonsín, son cuestiones de piel, pero también es un hombre respetuoso de las instituciones. La verdad que no me disgusta que diga eso, porque sé que está dispuesto a construir una meta colectiva.
—Binner también marcó diferencias con usted respecto de las retenciones...
—Respeto su opinión, pero no la comparto. No hay que olvidarse todo lo que pasó con las facultades delegadas. Fui yo el que pidió la intervención del Congreso con la 125. Se podrá fijar topes, segmentar, pero no algo que produzca un conflicto como el que ya tuvimos. Me parece que tenemos que terminar con esto de las facultades delegadas.
—En caso de llegar a ser gobierno, ¿no puede encontrar dificultades de financiamiento si retiran las retenciones, el impuesto al cheque?
—El impuesto al cheque tiene que ir gradualmente desapareciendo, pero mientras esté, hay que coparticiparlo. A esos recursos no se los quiere distribuir porque después se da discrecionalmente y no por vía institucional. Todas estas cosas que pedimos es para recuperar el federalismo y la institucionalidad.
—Uno de los problemas que tuvo el radicalismo en el poder fue asegurar la gobernabilidad. ¿Cómo piensa encarar esta cuestión si llega al gobierno?
—Hay que fijar una estrategia para que las principales provincias sean gobierno del Frente. Es muy difícil ganar una presidencial sin hacerlo también en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe o Córdoba. Estos tres distritos son importantes para aportar a la gobernabilidad. Además, tiene que haber un acuerdo con los sectores sociales, empresariales y sindicales.
—¿Qué herencia deja el kirchnerismo, en caso de dejar el poder?
El principal problema es la inflación, que hay que ir acomodándola gradualmente, para no generar enfriamiento de la economía. El otro problema es la emisión monetaria del Banco Central, que hoy está siendo muy expansiva. Por otro lado, hay que recuperar la credibilidad del Indec y otro asunto que hay que resolver es el problema de los subsidios, que también hay que encontrar una salida gradual.
Por Walter Palena / La Capital
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