miércoles, 27 de enero de 2010
El camino de Cobos por Rosendo Fraga
La Argentina vive una situación singular respecto al poder político. En alguna medida, se parece al misterio cristiano de la Santísima Trinidad. Hay un Presidente formal, que es Cristina Kirchner; un “presidente real” que es Néstor Kirchner, líder del oficialismo y quien toma las decisiones en materia de poder; y por último Julio Cobos, el Vicepresidente, que es percibido como un límite a dicho poder. Sobre esta situación, Cobos es el político con mejor imagen y más intención de voto para 2011 y la principal figura de la oposición en términos electorales. Se potencia con el voto de desempate en el Senado en la madrugada del 17 de julio de 2008, que puso fin a la protesta más prolongada y amplia del campo.
Un año y medio más tarde, las circunstancias políticas vuelven a poner en sus manos un posible desempate, al presidir la Comisión que debe dictaminar sobre la remoción del Presidente del Banco Central. Él la preside y un diputado de la oposición (Alfonso Prat Gay) y otro del oficialismo (Gustavo Marconatto) la integran.
La campaña electoral comenzará en la Argentina a mediados del año próximo, si esta vez se respetan los plazos institucionales. Es decir que falta tanto tiempo para ella, como el que transcurrió desde la votación que dio por tierra con la 125.
Puesto en este contexto, Cobos debería tener en cuenta cinco condiciones para que no fracase su proyecto de ser presidente en 2011.
La primera es seguir representando lo institucional. Hasta ahora, su oposición al kirchnerismo se desarrolló defendiendo siempre el marco institucional. Integra el Ejecutivo como vicepresidente y el Legislativo como presidente del Senado y titular de la Asamblea Legislativa. Con Cobos, el Congreso comenzó a tener un rol más importante y ello se acentúa después del 10 de diciembre, cuando asumieron los nuevos legisladores electos el 28 de junio de 2009. Seguir representando la defensa de las reglas institucionales frente al hiperpresidencialismo es, en consecuencia, la primera condición para su éxito.
La segunda es no subordinar su permanencia en el cargo a conveniencias políticas o electorales. Si lo dejara en los próximos meses para no desgastarse y concentrarse en la campaña electoral, estaría subordinando su rol institucional -fue electo para ejercer el cargo hasta el 10 de diciembre del 2011- y no cumpliría su mandato constitucional. Pero, además, su decisión puede asemejarse para sectores de la opinión pública a la renuncia de “Chacho” Álvarez en 2000. Dejaría de representar lo que la gente ve en el y que es la razón de ser de su buena imagen: ser el límite al poder de Kirchner.
La tercera condición es mantener la combinación de moderación y firmeza que hasta ahora ha representado. Un Cobos que aparezca cediendo frente a Kirchner perderá su principal activo para la opinión pública. Si por el contrario, entra en una acción de oposición sistemática, puede ser visto como alguien que, en función de ambiciones electorales, utiliza su rol institucional con esos fines.
La cuarta es ser y no ser el candidato del radicalismo al mismo tiempo. La UCR lo apoya a regañadientes. Cobos proviene del partido, pero en 2003 fue el único gobernador radical que públicamente apoyo la candidatura de López Murphy y en 2007 fue el candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner, para, a partir de 2008, pasar a ser la principal figura de la oposición. No es un radical típico ni mucho menos. Más bien su estilo se asemeja dentro del radicalismo al que representó Frondizi en los años cincuenta, que buscaba un partido más moderno, amplio y representativo. Si Cobos va elecciones sin la UCR, difícilmente tenga éxito, pero si reduce su apoyo a este partido tampoco lo tendrá.
La quinta condición es aceptar que un no radical sólo puede gobernar en coalición con el peronismo o un sector de esta fuerza. Los cuatro presidentes electos surgidos del radicalismo -desde que nació el peronismo en 1945- no terminaron su mandato. Frondizi e Illia por golpes militares y Alfonsín y De la Rúa por conflictos y dificultades económicas que pusieron en crisis la gobernabilidad. Cobos parece entender esto y de ahí su buena relación con figuras del peronismo como Eduardo Duhalde.
No son cinco condiciones fáciles de llevar adelante en la situación de tensión política que ha comenzado a vivir la Argentina al comenzar 2010. Día a día el kirchnerismo redobla la apuesta, desde una posición cada vez más débil en lo institucional, lo político y lo económico.
El ejercicio de la división de poderes al comenzar a asumir su rol propio tanto el Congreso como la Justicia, llevan al oficialismo a calificar tanto a las decisiones judiciales como las iniciativas de los legisladores, como acciones desestabilizadoras, conspiración o golpe institucional.
Si Cobos aparece cediendo frente al poder, perderá el significado que tiene ante la opinión pública: ser el límite a Kirchner que la gente requiere. Si le pone un límite desde una posición institucional, el oficialismo dirá que quiere voltear al Gobierno, como ya lo está diciendo el ex presidente Kirchner.
La remoción de Redrado, es el hecho que pone a prueba ahora nuevamente la capacidad de Cobos para encontrar una solución al dilema.
Pero la política existe para eso: resolver dilemas. Y, hasta ahora, Cobos demostró saber resolverlos.
Rosendo Fraga
Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
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