viernes, 8 de abril de 2011

Elogio de una vicepresidencia

Despertó las pasiones una madrugada, cuando lo compararon con Judas. Hasta entonces era como decía Borges del partido conservador: el único incapaz de despertar pasiones.
A partir de su protagónica madrugada, unos lo querían echar de la vicepresidencia, por infiel. Otros querían redoblar su infidelidad y que conspirara para reemplazar a la presidenta antes del final del mandato.
Pero su destino será uno más honroso y republicano que cualquiera de esos: terminará su mandato. Felicitaciones, Julio Cobos.
Claro que fue un error de cálculo asociarse a un gobierno que ya mentía descaradamente, con la promesa débil de que dejaría de hacerlo. Pero muchos creyeron la promesa del Hada Buena en 2007, de la reparación cristinakirchnerista del néstorkirchnerismo. Cobos también. Con todo, a lo largo de 2007 defendió la independencia del organismo estadístico de Mendoza.
En su mandato como vicepresidente tuvo que enfrentar dos decisiones. Votó contra la 125, con lo cual siguió a su conciencia y pacificó al país de un crescendo agresivo que podía terminar bastante peor. También votó, en la Comisión ad hoc del Senado, contra la continuidad de Martín Redrado, de acuerdo a los deseos del gobierno, con lo cual acabó con otra crisis. Algunos dicen que con ello terminó de destruir la independencia del Banco Central. No es así: de la autonomía del Banco Central no quedaban ni los escombros desde bastante antes, cuando Redrado seguía las órdenes de un presidente o un ex-presidente para decidir el valor del tipo de cambio y firmaba informes de inflación con números falsificados por el gobierno nacional.
Repasemos: dos decisiones suyas dieron por terminadas las dos crisis políticas más importantes del gobierno de Cristina Kirchner.
Hay una confusión generalizada sobre qué es un vicepresidente. El jefe de un vicepresidente no es el presidente: son los intereses de su soberano, esto es, el pueblo entero de la nación. La vicepresidencia es una pequeña y aburrida habitación con las puertas blindadas. Es como el cuarto árbitro, o el arquero suplente: la mayor parte de su tiempo transcurre en la irrelevancia, pero en algunas ocasiones puede ser decisivo. Si hay algo sabio para un vicepresidente es no renunciar.
Tenemos, cerquita en el tiempo, el contraejemplo de una renuncia vicepresidencial que desnaturaliza el cargo: ¿qué habría pasado si Chacho Álvarez, ya enfrentado con el gobierno de De la Rúa, hubiese permanecido en el poder? Es concebible que a fines de 2001 hubiésemos tenido una transición mucho más ordenada, sin pasar por el escarnio de los cinco presidentes.
Señoras y señoras: Julio Cobos terminará su mandato, contra la voluntad de fanáticos gubernistas y conspiradores destituyentes. Para un país ansioso y volátil como el nuestro, no es poco.

Lucas Llach para lanacion.com


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